Por: Miguel Ángel Arreola y Mario Piña
Del 27 al 29 de octubre se realizó el Encuentro de las Comunidades Católicas Arcoíris en Tlaquepaque, Jalisco, donde se pudieron reunir varios colectivos de diferentes estados del país. Un fuerte motivo del encuentro es que debemos hacer algo para que otras personas, principalmente más jóvenes tengan una alternativa a la violencia que sufren las personas LGBTQ+ en la sociedad, y muchas veces más fuerte en los ambientes religiosos. Era necesario este encuentro no solo para conocernos, compartir estrategias, reconocer nuestros límites y nuestras heridas. Este hacernos compañía sirvió para orar juntxs y en ese ambiente orante celebrarnos, reconocer los éxitos en los caminos de nuestras comunidades y sentirnos orgullosxs de ser moradas de un Dixs que desea y ama sin límite.
El juntarnos como Red, es con el fin de hacerle saber a las personas de la diversidad sexual que no están solas, que se sepan amadas y aceptadas, no sólo por otras comunidades, sino por Dixs. Muchos de nosotrxs hemos sufrido violencia y rechazo en diferentes contextos, familiares, escolares, sociales, eclesiales... y esas heridas gritan, y piden amor, aceptación, esperanza. Por eso, encontrarnos y compartir la mesa, la oración, los juegos, la reflexión, en fin, nuestra vida, entre amigxs, compañerxs de camino, maestrxs también porque aprendemos unxs de otrxs, compartiendo nuestras experiencias, nuestro caminar en la fe, todo eso significa darnos un abrazo. Estar juntxs es proclamar la Pascua, anunciar que hay vida después de la muerte, esa es la fe en Jesús, el Cristo. Y también es anunciar que nuestra sexualidad, como la de cualquier persona, es una gracia, es un vínculo profundo de unidad con otra persona, pero también con Dixs, que vale la pena y merece respeto, el propio y también merece que nuestros afectos y nuestros cuerpos sean reconocidos, valorados en su diversidad, bien lo decía Santa Teresa de Jesús: “nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra –es desatino ...” (V. 22,10).
Entre las diferentes actividades, destacamos la presencia de Erica Salinas Castillo, quien desde la presentación de su cortometraje “Para: Sarah”, nos compartió una terrible experiencia que vivió en las mal llamadas “Terapias de Conversión Sexual”, reconocidas como prácticas de tortura por la ONU, y que sigue realizándose sin ningún castigo legal en varios estados de nuestro país, y muchas veces con la complicidad de las autoridades jerárquicas de nuestra Iglesia. Pero como decíamos, este encuentro es principalmente anuncio de Buena Noticia, y es que congregarnos como católicxs creyentes y practicantes provoca que defendamos nuestra fe, y la regeneremos a pesar de las violencias promocionadas por grupos conservadores católicos. En estos días también tuvimos talleres sobre diferentes temas, que nos ayudan a tener convivencias sanas dentro de nuestros grupos, con nuestras comunidades eclesiales y rescatar la importancia de articularnos con otros colectivos con los que coincidimos en algunos temas, renovando nuestra vocación profética, desde nuestras realidades, para anunciar la paz y la justicia que todxs queremos. En estos días nos sentimos contentos de que nos acompañara James Alison, quien con su gran intuición teológica nos hizo reflexionar sobre la importancia de sabernos amados por un Dixs que se abre a los límites de las instituciones, las academias y aún los de nosotrxs. También dialogamos sobre la “sinodalidad” preguntándonos cuál es el futuro de las comunidades de la diversidad sexual, y confirmamos que también nosotrxs estamos llamadxs a ser más sinodales, más incluyentes, y confirmando que el cristianismo no es una religión de personas perfectas o que creen serlo, sino de personas que por haber experimentado el amor misericordioso de Dixs también practican esa misericordia con el prójimx.
Mencionamos la participación de: Cecilia Ramirez, de PADIS+ Chile; Mario Piña, de EPEC; el jesuita Luis García Orso; la médico Amelia Lerma y el Dr. Ángel Méndez, quienes hablaron de la importancia del papel de los laicos en la Iglesia, de su formación y de su experiencia que pueden aportar para tener una Iglesia más anclada en la realidad, sin añoranzas de un idílico pasado y más bien con la esperanza de un futuro que haga posible la mesa incluyente de Jesús, donde todxs tengamos un espacio. En síntesis, estos días vivimos con alegría, oración, amistad, amor y en comunidad nuestra existencia como plenxs hijxs de un Dixs que decidió encarnarse para vivir entre nosotrxs como amigo.
¡Por todo eso damos gracias!
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